Aunque para este grupo de estudio no es prioritario el tema de la conjunción de ciencia y fe, el presente artículo se publica por ser de gran interés para los católicos evolucionistas, dado que, como es de sobra conocido, el Vaticano tiene vetadas las ideas de Teilhard de Chardin.
Originalmente publicado en inglés en la gaceta “Teilhard perspective” de la “American Teilhard Association” Volume 41, Number 1,  Spring 2008
Presidente: Dr. John Grim, Instituto para estudios sociales y políticos/ Centro de Bioética de Yale University.
Vicepresidentes: Dra. Mary Evelyn Tucker y Dr. Brian Swimme, California Institute para estudios integrales
Editor: Arthur Fabel

Una valoración histórica del Vaticano a Teilhard de Chardin

La primera noticia que tuve de este trabajo fue a través de un programa de “BookTV” controlado por la Escuela Dominicana de Filosofía y Teología de San Francisco, Cal. En este programa, el Cardenal Christoph Schonborn dedicó mucho de su tiempo a la visión cósmica sobrenatural de Teilhard, extensamente evidente desde una galaxia espiral hasta una concha de Nautilus. En el libro Chance and Purpose aparece una profunda admiración similar.

Este es un vuelco significativo en el cual un clérigo importante cercano al pensamiento del Vaticano coloca a Teilhard en el centro de un cristianismo evolutivo. Este tono aprobatorio llega después de muchas décadas de exilio y censura al pensamiento de Teilhard y necesita ser adecuadamente apreciado. Esta historia de un rechazo a lo largo de toda una vida por el Vaticano es tema central de nuestro libro principal, "The Jesuit and the Skull”, por Amir Aczel y cuya reseña apareció en Teilhard Perspective previo.

El Cardenal Schonborn, alguna vez estudiante de Joseph Ratzinger, ha sido el autor, con el ahora Papa Benedicto XVI, del Catecismo de la Iglesia Católica y es actualmente su más cercano consejero Schonborn acaba de presidir en abril de 2008 la Conferencia Apostólica Mundial de la Misericordia Divina. Obviamente inmerso en la tradición, el cortés Cardenal parece bastante consciente de que una expansión del pensamiento teológico para el siglo XXI sería igualmente apropiada.

El Cardenal Schornborn atrajo la atención de los medios por un artículo aparecido en el New York Times el 7 de julio de 2005, donde se opuso a la materialista teoría darwinista que niega una inherente dirección y un propósito a la evolución. Pero al mismo tiempo se distanció del esquema Creacionista. Pero poco familiarizado con la prensa de Estados Unidos y nuestra disputa con el Diseño Inteligente, sintió que su artículo fue muy mal entendido. Como resultado, este libro (Chance and Purpose) fue escrito para explicar plenamente su postura.

Publicado por la Ignatius Press de Boulder CO, su primer capítulo se basa claramente en una discusión de Creador y Creación desde un sentimiento religioso positivo contra un paradigma científico negativo. Bajo este aspecto el extraordinario corpus de Teilhard puede proveer una tercera vía y una síntesis vital. Los capítulos subsecuentes atraen la atención sobre una génesis cósmica, la diversidad fecunda de la vida de las especies y la actividad creativa de Dios en continuo progreso.

Extensamente discutido esta el tema de la cuadratura entre la Divina Providencia con los omnipresentes sufrimiento e injusticia. El lugar y la función del ser humano está entonces situado dentro de una teología en desarrollo. Desde esta posición ventajosa Cristo puede situarse desde el Alfa al Omega y evoluciona en cada fase hasta su plenitud. Uno puede imaginar a Teilhard guiando la mano del autor.

El Cardenal Schornborn recomienda que antes de un “dominio” debe haber una  responsabilidad respetuosa para una permanencia natural de la biosfera. En sus conclusiones propone unas futuras directrices y vías para la convergencia de la fe y la ciencia. Por lo tanto el hecho técnico de mil millones de años de evolución de flora y fauna no está cuestionado para nada por la iglesia. Lo que es problemático para la fe son unos equivocados planes y finales pregonados por los declarados ateos Richard Dawkins, Daniel Dennett y compañía, basados en un estrecho y estéril materialismo que borra cualquier sentido de guía o diseño divino.

Tanto en la plática del BookTV como en el libro, el autor propone un serio acercamiento para entender la revelación en la segunda escritura, es decir en el Libro de la Naturaleza.

Creer en una creación que actúa como padrino de la infancia de la ciencia moderna. Nicolás Copérnico, Galileo Galilei e Isaac Newton estaban convencidos de que la ciencia está involucrada con la lectura de lo que está escrito en el libro de la creación. Dios escribió este libro, y le dio al ser humano el entendimiento para que pueda hacer lo que en él se dice. Dios escribió el libro en líneas legibles que ciertamente no son fáciles de percibir, pero que pueden leerse. Todo el trabajo de la ciencia consiste en el descubrimiento de orden, de leyes y conexiones. Permítasenos explicar esto con la metáfora del libro: se descubre el alfabeto, la gramática y la sintaxis, y finalmente el texto que Dios ha escrito en el libro de la creación.” (22-23)

 La esencia de este riesgoso ensayo es el reconocimiento por Roma, de que uno de los suyos, un persistente Jesuita y renombrado paleontólogo, hasta su muerte el domingo de Pascua de 1955, vivió y proveyó, como un regalo, una brillante síntesis de un cristianismo que ahora se desarrolla en una duración temporal. Uno puede entonces percibir y reconocer que esto implicó una revisión total del progreso del destino religioso que sólo puede ser comprensible en la actualidad. Mediante esta visión, el camino de la historia no se curva más hacia una muerte apocalíptica de la Tierra. En vez de esto, la Tierra y la vida pueden verse alcanzando la plenitud en su gestación orgánica y en su nacimiento dentro de un contemplativo estado sensible y de reciprocidad entre persona y planeta.

Con el amable permiso de la Ignatius Press, a continuación reproducimos las palabras del Cardenal Schonborg que honran la contribución perceptiva de Teilhard de Chardin.

Teilhard de Chardin- Testigo de Cristo

“Difícilmente alguien ha tratado de unir el conocimiento de Cristo con la idea de la evolución como lo ha hecho el científico y teólogo Pierre Teilhard de Chardin, S.J. Su fascinante visión ha permanecido controversial y por muchos años ha representado una gran esperanza, la esperanza de que la fe en Cristo y la investigación científica del mundo, puedan unirse bajo una sola cabeza, bajo Cristo el ‘evolucionador’.

Teilhard entendió el universo inmerso en un gran movimiento hacia delante, siempre tratando de llegar a una mayor complejidad y significado de su naturaleza interna, de la materia a la vida y a la mente. Este es un movimiento con una meta (y en esto Teilhard se diferencia de aquellos que suponen que la evolución no tiene dirección), que lo conduce de la geogénesis a la biogénesis y a la psicogénesis. Este movimiento se completa cuando la Cristogénesis surge de la cosmogénesis. En este ascenso, con la aparición del hombre, la evolución deja de ser pasiva y se logra un estado de auto-evolución. Éste a su vez, alcanza su clímax con la aparición de Cristo. Él llega a ser el centro visible de la evolución, así como la meta, el ‘Punto Omega’. El Logos encarnado que aparece en forma visible en un cierto punto a lo largo del eje evolutivo, ha sido previamente el invisible ‘motor de la evolución’. Cristo, a la cabeza del cuerpo cósmico causa que todo suceda, guía todo y perfecciona todo. “El universo entero queda ipso facto marcado con su carácter, determinado por su elección y animado por su forma”. De acuerdo con Teilhard, Cristo llega a ser la energía del mismo cosmos. A través de la Encarnación, Dios mismo llega a estar inmerso en la materia y dentro de ella y en medio de ella, tiene el poder de “conducir y planificar lo que hoy en día llamamos ‘evolución’.” La Encarnación realiza una especie de “Cristificación” del cosmos.

Teilhard de Chardin también percibe la Cruz de Cristo dentro de su perspectiva. Ésta viene a ser el impulso para obtener lo mejor de lo faltante en la evolución cósmica. Finalmente, a través de su Resurrección, Cristo es liberado de toda limitación de su poder y de la eficiencia de su actividad y es entonces capaz de guiar el desarrollo cósmico hacia el ‘Punto Omega’, que es la ‘amorización’ terminal (retorno al amor), que se perfecciona en la Parusía, el retorno de Cristo.

Estas breves referencias a Teilhard no pueden hacer justicia a sus esfuerzos. La fascinación que Teilhard ejerció en toda una generación se basa en su manera radical de ver unidas a la ciencia y a la fe cristiana. Esta visión de unidad, es por supuesto problemática. Los críticos dicen que Teilhard no puede hacer justicia a ambas partes. Que su visión de la evolución como un movimiento sin cesar que cada vez produce formas más altas (de complejidad), es más una especulación filosófica que una teoría científica. Por otro lado, su ‘naturalización’ de Cristo como una fuerza que maneja la evolución, inevitablemente provoca contradicciones en términos teológicos. Pese a las críticas por ambas partes, mucha gente está de acuerdo con sus conceptos y los ha valorado. Sobre todo, la manera en que está fascinado por Cristo, es impresionante. Su amor por Cristo lo hace una especie de ‘místico de la evolución’. En ésta, él está alejado de los conceptos materialistas del ‘evolucionismo’ que está ampliamente difundido hoy en día. Para nuestro objetivo, es importante que Teilhard de Chardin haya tenido la audacia de aventurarse en un terreno lleno de riesgos pero al mismo tiempo necesario de entrar en él. Teilhard incorporó como una inspirada visión en su investigación y en su pensamiento como científico naturalista, la manera en que la fe cristiana ve la encarnación de Dios en Jesucristo. O sea él, como investigador científico, estuvo constantemente abierto a un gran horizonte que estaba cerrado para él por su fe cristiana.

Es verdad que ciencia y fe deben distinguirse una de otra. Aunque también es verdad que no deberían estar separadas. La ciencia necesita de un gran horizonte de fe. A través de su trabajo, Teilhard de Chardin ayudó a muchos científicos a sobreponerse al prejuicio de que la fe obstruye a la ciencia. La fe en Jesucristo, en quien se esconden todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento, no priva a la ciencia ni de su libertad ni de su deleite, como tampoco de su honestidad y su entusiasmo, sino al contrario, ciertamente más allá, los fortalece.” (141-143)

Creation and evolution es un volumen relacionado, publicado en mayo de 2008 por la Ignatius Press. Con un prólogo del Cardenal Shonborn, es una compilación de artículos y discusión por Stephan Horn y Siegfried Wiedenhofer, de su conferencia en el verano del 2006 con el Papa Benedicto XVI, en Castel Gandolfo. Este tema relevante fue escogido y llevado a cabo en respuesta a la turbulenta controversia acerca del artículo publicado en el New York Times el verano anterior.

El principal artículo científico fue “Evolución y diseño: Una revisión del estado del arte en la teoría de la evolución” por Peter Schuster, un bioquímico de la universidad de Viena y Presidente de la Academia Austriaca de Ciencias. Un resumen de su largo artículo y la esencia del encuentro, podría ser que la vieja versión darwiniana establecida, en la que todo se atribuye a la selección (“natural”) ha sido sobrepasada por nuevas apreciaciones de todo tipo sobre la dinámica de la auto-organización, desde el origen de la vida hasta los fenómenos sociales. Por otro lado, el “diseño inteligente” que requiere de una actividad divina o una mano que ayuda, necesita ser mucho mejor pensada, completada y presentada.