Hernando De Plaza Arteaga*
Cuando cursaba el cuarto año de bachillerato en el Liceo Francés Louis Pasteur de
Bogotá, fui inducido por el capellán del Liceo en la lectura y estudio de las obras
del padre Teilhard, lo cual significó para mí, una experiencia intelectual y espiritual
de grandes consecuencias benéficas para el resto de mi vida. Desde muy joven tomé
contacto intelectual con el pensamiento escrito (en su idioma original) de una de
las figuras más grandes de la iglesia católica francesa de este siglo.