LEANDRO SEQUEIROS. GEÓLOGO
21/06/2013

Del año 1913 recordamos, entre otras cosas, el paso fugaz por España del paleontólogo jesuita y escritor provocador y luminoso Pierre Teilhard de Chardin. Aunque su luz parece haberse ocultado, merece la pena recordarlo. Esta es la historia. Nacido en Francia en 1881, ingresa en la Compañía de Jesús en 1899. En 1911, Teilhard se ordena de sacerdote y en 1912 finaliza sus estudios de Teología en Hasting (Inglaterra). En estos años, publicó dos breves trabajos sobre aquellos temas que constituirían su preocupación esencial durante casi medio siglo (fallece en 1955): en 1911, con 30 años, escribe un artículo titulado LIEvolution que vio la luz en el boletín de los Círculos de Estudio de Action Populaire de Reims; y en 1912, en el Diccionario Apologético de la Fe Católica publica el artículo El hombre ante las enseñanzas de la Iglesia y ante la filosofía espiritualista. Todo un anticipo de lo que sería su itinerario personal. Pero la vocación científica de Teilhard estaba muy clara y había ido madurando a lo largo de estos años. Su inclinación hacia el mundo de las ciencias y su capacidad demostrada hacia el mundo de las ciencias de la Tierra y especialmente a la paleontología y a la paleontropología facilitaron que sus superiores jesuitas autorizaran a Teilhard para que pudiera dedicarse al cultivo de las ciencias

A mediados de 1912 tiene lugar su primera entrevista con el doctor Marcellin Boule (1861-1942), profesor de paleontología en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de París. Boule, nacido en 1861, era por entonces una autoridad indiscutible en el mundo de la geología y de la prehistoria. Este comenzó a estudiar geología y más tarde se especializó en paleontología humana. Teilhard tuvo la suerte de poder pasar dos años (1912-1914) con el doctor Boule en el Instituto de Paleontología humana, incorporado al Museo de Historia Natural de París. En esta prestigiosa institución, Teilhard se siente feliz y se dedica, entre otras cosas, y por indicación de Boule, a estudiar los restos fósiles de mamíferos terciarios incluidos en las fosforitas de Quercy.

Aquí conoció Teilhard en 1912 a otro investigador que marcará su futuro y con el que se unirá con una sólida amistad, no exenta de tensiones: el sacerdote Henri Breuil (1877-1961), experto en prehistoria, con quien discutía casi todos los días de paleontología humana y sus implicaciones teológicas. Henri Breuil fue comisionado junto al experto en prehistoria española, Hugo Obermaier (1877-1946) en 1910 para estudiar los yacimientos prehistóricos de España.

Esto explica por qué en el verano de 1913, Teilhard acompaña al abate Breuil en su viaje científico al norte de España. Visitan la Cueva de Altamira (Santillana del Mar), la gruta de Hornos de la Peña, y especialmente la zona de Puente Viesgo, el Castillo y la Pasiega (Cantabria) dirigidos por Hugo Obermaier, Nels C. Nelson y Paul Wernert. Se conserva una vieja fotografía, así como una postal de Puente Riesgo, firmada por el mismo Teilhard el 30 de junio de 1913, dirigida a la familia Bouyssonie (donde se alojó en su visita a la Chapelle-aux-Saints un año antes). La memoria de los grandes hombres no se la lleva el viento sino que permanece en el corazón de los que los siguieron.