Publicado el Viernes, 10 Abril 2015
LEANDRO SEQUEIROS SJ
Pierre Teilhard de Chardin fue un jesuita, sacerdote y paleontólogo, pensador, poeta y místico. Un visionario de lo que sería el siglo XXI. No se le permitió publicar sus escritos aunque ya se difundían a multicopista entre sus seguidores. Cuando falleció en 1955, hace ahora 60 años, una comisión internacional publicó en 14 volúmenes sus ensayos prohibidos que fueron pronto traducidos a muchas lenguas. Muchos hombres y mujeres, ahora abuelos, los leyeron con avidez porque abrían nuevas perspectivas esperanzadoras a la fe preconciliar.
Teilhard de ChardinTeilhard, en un lenguaje a veces enrevesado y poético, unía la ciencia con el evangelio, la cosmovisión con Cristo, la audacia del futuro con la espiritualidad. En vida, no fue comprendido. Tuvo un éxito explosivo después de su muerte pero a su pensamiento le llegó el eclipse en los años setenta. Por eso, la mayor parte de los jóvenes y no tan jóvenes nunca oyeron hablar de él. Pero muchas de sus intuiciones han pasado ya al patrimonio de nuestra cultura.
Por eso, al hilo del 60 aniversario de su muerte, recuperamos su memoria e invitamos a los lectores de entreParéntesis a interesarse por su pensamiento, un jesuita que sigue siendo discutido. ¿Hereje o santo?
Pierre Teilhard de Chardin nació el 1 de mayo de 1881en Sarcenat, cerca de Orcines (a 7 km de Clermont-Ferrand, en la Auvernia francesa) en el seno de una familia muy numerosa y profundamente cristiana. En 1899 (con 18 años) ingresa en el noviciado de la Compañía de Jesús en Aix-en-Provence, ordenándose sacerdote en 1911. Destinado a estudiar ciencias en París, tuvo que interrumpir su formación científica debido a la Primera Guerra Mundial.
En las trincheras es donde despertó el genio teilhardiano y empieza a escribir sus ensayos, densos y brillantes, rompedores con la tradición. Después de la Gran Guerra, prosigue sus estudios en París. En 1922 defiende su tesis doctoral sobre los mamíferos fósiles. Y un año más tarde es destinado a la Misión de China. Entre 1923 y 1946, tiene su estancia en China donde trabaja en geología y paleontología en el Servicio Geológico Chino y hace grandes aportaciones científicas a la par que escribe brillantes ensayos en los que establece puentes entre las ciencias, la filosofía, la teología y la espiritualidad que no son bien vistos por sus superiores que le prohíben publicarlos.
Repatriado a Europa cuando la segunda Guerra Mundial, viaja por todo el mundo como científico reconocido y pensador brillante. El 10 de abril de 1955, estando en Nueva York, fallece repentinamente de un infarto. Era el domingo de Pascua. Siempre deseó morir en Resurrección.
Sus obras filosóficas y religiosas se publicaron en Francia después de su muerte. El fenómeno Humano, El Medio Divino, Himno del Universo, El Corazón de la Materia, el Grupo Zoológico Humano son algunas de sus obras más conocidas y que fueron traducidas a muchas lenguas.