Cien años de “Mi Universo” (1818), un primer esbozo de la concepción global del mundo

Leandro Sequeiros. Vicepresidente de la Asociación de Amigos de Pierre Teilhard de Chardin (sección española)

En el año 1962 se publicó la primera traducción a la lengua castellana de Écrits du temps de la guerre de Pierre Teilhard de Chardin. El volumen en francés editados por Grasset contiene 20 ensayos teilhardianos escritos en el frente de batalla, entre 1916 y 1919. Sin embargo, en la versión española son sólo 18 los ensayos publicados. Dos ensayos parece que intencionadamente no se publicaron. Una nueva traducción de “Mi Universo” se va a publicar próximamente en Trotta editorial en un volumen que se va a titular La Gran Mónada. Escritos del tiempo de la guerra (1918-1919). ¿Qué desea describir Teilhard en este ensayo de hace un siglo? ¿Qué vigencia tiene para hoy?

El contexto de “Mi Universo” (1918) de Pierre Teilhard de Chardin

Al comienzo del ensayo “Mi Universo” en su edición francesa, Pierre Teilhard de Chardin añadió (no sabemos cuándo, si antes o después de redactarlo) una nota breve sobre algunos aspectos de su ensayo. Tal vez se vio en la necesidad de aclarar a sus lectores algunas de las expresiones que utiliza.

Según Teilhard, “La sorpresa, y una cierta inquietud, que en mis mejores amigos han despertado mis últimos Ensayos («La Vida cósmica», «La lucha contra la Multitud») me han hecho sentir la necesidad de añadir a mis ideas algunos esclarecimientos”.

Y añade: “Para precisarme a mí mismo mi propia doctrina, y para facilitar a quienes tienen el derecho de guiarme su tarea de crítica y de enderezamiento, he pretendido definir los caracteres primitivos y esenciales de mi «visión del Mundo» y desprenderlos del revestimiento filosófico que les había dado a falta de otro mejor y de manera provisional”.

Posiblemente, algunos de sus lectores (a los que llegaron los textos multicopiados) no entendieron lo que pretendía. Por eso, “Lo que ahora presento aquí es el resultado de ese trabajo de depuración y de distinción. He de comenzar por caracterizar la tendencia fundamental, el talante natural (prácticamente irreformable) de mi espíritu. Indicaré en seguida cómo se han ido trasmutando esas disposiciones desde mi nacimiento, poco a poco, en lo que a mí respecta, en una manera particular de contemplar todas las cosas, terrestres y divinas. Mostraré, por fin, de qué modo esta visión o experiencia (de orden más bien místico) ha quedado envuelta secundariamente, a su vez, en una cierta ascesis (= ascesis «del esfuerzo total») y en una cierta filosofía (= «filosofía de la Unión»). Así, por grados sucesivos -cada vez menos vitales para mí, y cada vez más fáciles de poner en entredicho y de corregir también-, se irá desenvolviendo la complejidad de mi actitud interna. ¡Que Dios Nuestro Señor ilumine, por ellos y por mí, a quienes han de leer esta breve Apología! “

Esta es la línea de pensamiento que Teilhard desarrolla en el ensayo “Mi Universo”.

Pero, ¿en qué contexto lo escribe en abril de 1918? Según sus biógrafos, en enero y febrero de 1918, el jesuita, científico y místico, Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955) se encontraba con su regimiento en el campo de batalla al norte de Francia. Las cartas de esta época, enviadas a su prima Margarita, se han perdido.

Después de un año de trincheras, en octubre de 1918 el soldado camillero Pierre Teilhard de Chardin goza de una especie de vacaciones muy cerca de la Alta Alsacia y de la frontera suiza. Pero cuando llega la noticia del armisticio, el regimiento se mueve hacia Alsacia y una delegación del 4º mixto de zuavos y tiradores asiste, el 25 de noviembre de 1918, a la memorable entrada en Estrasburgo. El 30 de enero de 1919, el regimiento penetra en Alemania, en Baden, por el puente de Kehl. Para Teilhard, la guerra ha terminado.

Una guerra parece que, en principio, es incompatible con la vida intelectual. Pero durante los períodos de reposo, Teilhard –según sus biógrafos y sus cartas – llenó, con su letra a la vez menuda, rápida, enérgica y distinguida, cuadernos enteros en los que confiere a su pensamiento una formulación ya compleja y rica.  

Los escritos de Teilhard en el frente de batalla (1916-1919)

En junio de 2017, con ocasión de la Feria del Libro de Madrid, se ha hecho la presentación de una nueva edición de algunos de los primeros escritos de Pierre Teilhard de Chardin.

Con el título genérico de “La Vida cósmica. Escritos del tiempo de la guerra (1916-1917)”, este volumen incluye los siete primeros ensayos de Teilhard de Chardin, escritos entre 1916 y 1917, desde el frente de batalla. Posiblemente escribió muchas más reflexiones, pero las contenidas en este libro han llegado hasta nosotros gracias a que los borradores se los hizo llegar a su prima Margarita en estos años cruciales para él.

Durante el año 2015 se publicaron en la revista digital Tendencias21 de las religiones tres artículos sobre el jesuita científico y místico Pierre Teilhard de Chardin con ocasión de los 60 años de su fallecimiento. Dos de ellos se referían a la vigencia de su pensamiento (13 de enero de 2015, 7 de abril de 2015) y el tercero se refiere al debate sobre la vigencia de su pensamiento dentro del foro de la revista.

En este año 2016 hemos recordado en esta revista digital con el título “se cumplen 100 años del despertar del genio de Teilhard de Chardin” el centenario de la redacción de diversos escritos de Teilhard originados en un contexto terrible: el de las trincheras francesas contra los alemanes durante la llamada Primera Guerra Mundial. Teilhard fue movilizado y debido a su condición de sacerdote fue destinado a una unidad sanitaria como camillero.

Durante estos años preñados de metralla, odio, dolor y violencia su interior se transforma. Emerge lo que se ha dado en llamar el “genio teilhardiano”. De su pluma van brotando ensayos, pensamientos, versos, relatos apasionados. Muchos autores, como el profesor Alfonso Pérez de Laborda, han indagado en las razones de este “despertar” volcánico.

Teilhard fue un escritor fecundo. Muchos de sus manuscritos se han perdido. Pero hasta nosotros han podido llegar –gracias a su prima Margarita Chambon- un grupo de ensayos escritos en 1916 y 1917 y publicados en sus obras en la edición francesa y que se presentan ahora con una traducción revisada. Todos ellos se contienen en el volumen recién publicado y que aquí comentamos “La Vida cósmica. Escritos del tiempo de la guerra (1916-1917)”. En junio de 2018 aparecerá La gran Mónada. Escritos del tiempo de la guerra (1918-1919). Entre esos ensayos, nos encontramos con “Mi Universo”. Está fechado en el Marne, el 14 de abril de 1918.

“Mi Universo” (1918), un ensayo de síntesis espiritual desde la cosmovisión científica

Este texto de “Mi Universo” nos parece que es capital para comprender la actitud profunda de Teilhard y el grado de importancia que él mismo atribuye a las diversas concepciones expuestas en sus escritos. Es, por otra parte, muy claro.

Conservamos dos manuscritos autógrafos. Sus diferencias son insignificantes. Para quien, familiarizado con los hábitos del autor, los compara con cuidado, no es dudoso que uno de ellos sea la redacción primera y el otro texto definitivo. (Cf. Génesis de un pensamiento, pp. 289-290). La versión inicial fue dirigida a su prima Margarita Teilhard-Chambon; la segunda tenía, sin duda, por destinatario a alguno de aquellos «que tienen el derecho de guiarme», según la fórmula del autor.

Será, más adelante, tarea de una edición crítica el publicar las variantes, y de los especialistas de la estilística el hallar su razón de ser. Aquí, naturalmente, publicamos la segunda versión.

Dividido en seis partes con una nota de síntesis final, supone un esfuerzo de reorganización mental expresada en palabras que sean significativas para los hombres y mujeres del siglo XX. Y creemos que todavía puede tener vigencia para los ciudadanos, creyentes o no, del siglo XXI.

1. LAS TENDENCIAS INTERIORES QUE ESTÁN PRESENTES EN MÍ DESDE MI NACIMIENTO

El texto se inicia con una reflexión sobre el camino interior de Teilhard desde su niñez hasta los treinta y tantos años. “Los primeros recuerdos de mi niñez (recuerdos de antes de cumplir diez años), me hacen ser consciente de que existía ya en mí una pasión netamente dominante: la pasión de lo Absoluto. Es evidente que yo no daba todavía entonces este nombre a la inquietud que me oprimía; pero hoy puedo reconocerla sin ninguna vacilación”.

Expresado con más fuerza muchos años después (en 1950) en “El Corazón de la Materia”, Teilhard reconoce que “La necesidad de poseer en todo «algo Absoluto» era, desde mi infancia, el eje de mi vida interior. Entre los placeres de esta edad, yo no me encontraba dichoso (lo recuerdo con toda claridad) más que por relación con una alegría fundamental, que consistía, generalmente, en la posesión (o el pensamiento) de algún objeto más precioso, más raro, más consistente, más inalterable. Tan pronto se trataba de un trozo cualquiera de metal. Tan pronto, por un salto al otro extremo, me complacía en el pensamiento de Dios-Espíritu (la Carne de Nuestro Señor me parecía entonces algo demasiado frágil y demasiado corruptible)”.

Y prosigue: “Tal preocupación podrá parecer singular. Repito que era así, decididamente. Poseía ya entonces la necesidad invencible (y sin embargo vivificante, apaciguadora.) de apoyarme sin cesar en Alguna cosa que fuera tangible y definitiva; y buscaba por todas partes aquel objeto beatificante. La historia de mi vida interior es la historia de esta búsqueda, que me llevaba a realidades cada vez más universales y perfectas. En el fondo, mi tendencia natural y profunda (el «nisus» del alma) ha permanecido absolutamente inflexible desde que me conozco”.

Y concluye: “Si desde mi infancia, y desde entonces con una plenitud y una convicción crecientes, he amado y escrutado siempre la Naturaleza, puedo afirmar que no lo he hecho como «sabio», sino como «devoto». Tengo la impresión de que en mí cualquier esfuerzo, incluso referente a un objeto puramente natural, ha sido siempre un esfuerzo religioso y sustancialmente único. Tengo conciencia de haber intentado siempre, en todo, alcanzar lo Absoluto. Por cualquier otra intención pienso que no hubiera tenido el coraje de obrar. Ciencia (esto es, todas las formas de la actividad humana) y Religión no han sido nunca, a mis ojos, más que una sola cosa, siendo ambas para mí la búsqueda de un mismo objeto”.

2. LA REVELACIÓN INTERIOR DEL SENTIDO DEL UNIVERSO (COSMOS)

Aunque desde el punto de vista filosófico, el concepto de Universo (la realidad física total) no se identifica con el de Cosmos (el orden físico y metafísico supuesto de ese universo), para Teilhard todo lo que existe, al tener sentido intrínseco y por ello metafísico, es “orden” y por ello ordenado a un fin y construido desde una mente inteligente. Desde este punto de vista, Teilhard hoy se situaría dentro de los partidarios del Diseño Inteligente, ideología que muchos no compartimos. Pero hemos de respetar su postura que es razonable hace un siglo.

Desde su punto de vista, “Bajo la presión constante de mi espíritu, que se esforzaba por hacer brotar de las cosas un alma de consistencia y de Absoluto, el Universo acabó por revelárseme como una Realidad extraordinariamente apremiante”.

Para Teilhard hace un siglo hay tres magnitudes de lo real que para él son axiomas sobre los que edifica su pensamiento:

“1) Yo percibo el Universo, ante todo, como una determinada Entidad eminentemente grandiosa y preciosa. Tengo habitualmente consciencia (de algún modo) de su Totalidad, de su Devenir, de las innumerables virtualidades (virtutes et potentiae) que encierra. Y, en presencia de tal majestad, he de decir que muchas agitaciones humanas me parecen singularmente despreciables. 2) El Universo, además, se me manifiesta como supremamente envolvente y dominador. Me siento sumergido, ligado, incluido en él. Me parece que no podría llegar a poseerme plenamente a mí mismo sino prolongándome en una cierta perfección extendida por todas partes, de suerte que no puedo alcanzar mi plenitud sino con y en la universalidad de la Creación. 3) Esto equivale a decir que yo creo descubrir en el Universo una Unidad profunda, esencial, unidad cargada de imperfecciones, unidad todavía tristemente «pulverulenta», pero unidad real, en la que habrá de ir consolidándose cualquier sustancia escogida”.

Y concluye: “Así brilla en mí, sin que se pueda apagar, un primer Foco, en el que se caldea toda mi actividad: el Mundo vasto, íntimo, único. Su ardor hace que se mantenga en el fondo de mí mismo el gusto de lo Real universal. La acción humana no me parece completamente satisfactoria y consciente más que si se realiza en unión con el perfeccionamiento de todo lo que sea perfección cósmica. Tal disposición es en mí el resultado de una inclinación que estaba desde mi nacimiento. Me sería preciso llevar a cabo un esfuerzo positivo (quizás imposible) para resistirla”.

3. LA CONJUNCIÓN INTERIOS DEL UNIVERSO y DE DIOS

Pero para Teilhard no es el mundo vasto, íntimo, el único foco “en el que se caldea toda mi actividad”. Hay un segundo foco: “Dios Nuestro Señor, Fin revelado del Universo, es el segundo Foco de mi alma”.

Como si fueran los focos de una elipse.

Desde esta imagen de la elipse, se comprende mejor su pensamiento: “Todo el problema, todo el interés y el encanto también de mi vida interior han consistido y consisten todavía en la conjugación dentro de mí de las influencias salidas de uno y otro Centro (Dios y el Mundo), o más exactamente en la tarea de hacerlas coincidir (….) Pero sobre lo que deseo llamar ante todo la atención de mis mentores es que, anterior a todas las consideraciones reflexivas, la conciliación y la fusión de los dos amores fundamentales (de Dios y del Mundo) se realizó por sí sola, vitalmente, en el seno de mi espíritu y de mis afecciones”.

Para Teilhard, dentro de su experiencia interior, “Por dilatación de los atractivos del Mundo -y también, añado, por la necesidad de encontrar para el mundo un principio absoluto de logro y de unidad (un remedio a su contingencia)-, el conocimiento y el amor del Universo se desarrollaron espontáneamente para mí (de una manera muy clara, pero difícil de expresar), como conocimiento y amor de Dios”.

Y se sincera: “Me parece hoy ver, sentir, que los dos Centros de todo amor humano se llaman y se completan mutuamente de una manera maravillosa, sirviéndose Dios del Mundo para alcanzarnos y ser alcanzado por nosotros (esto es, recibiendo del Mundo con respecto a nosotros – una especie de esse tangibile), y el Mundo, a su vez, dependiendo de Dios para superar su contingencia y su pluralidad (esto es, recibiendo de Dios, por participación, una especie de esse absolutum, la consagración de su realidad).¿Es acaso que Nuestro Señor Jesucristo no es otra cosa que esta síntesis del Universo creado y de su Creador?”

El postulado teilhardiano del equilibrio y la alegría interior

Llegado a este punto, Teilhard quiere compartir con sus posibles lectores un postulado esencial en su vida: “Esta experiencia fundamental, que soporta toda mi vida religiosa, puede traducirse en el siguiente postulado, en que se expresa la condición más general de mi equilibrio y de mi alegría interior: «Poder 10 admitir una cierta coextensión de Cristo con el Universo, tal que: 1) Cristo herede la grandeza y el poder envolvente del Universo. 2) La acción meritoria pueda ser realizada con la conciencia de obrar en unión con todo" el Universo.» He aquí el punto, en todas mis ideas, al que yo doy más importancia. He aquí lo que yo deseo ante todo hacer, aprobar o rectificar”.

Este postulado no es solamente una exigencia psicológica. Es una exigencia cristológica, teológica y mística: “Para comprender el precio que yo atribuyo a la ortodoxia del postulado que acabo de anunciar, se advertirá que no solamente traduce la necesidad psicológica en que me siento de salvar en mí el amor del Universo (sustancia inicial, en alguna manera, de mi amor de Dios). Formula también, más imperiosamente todavía, mi fe en la Plenitud de Cristo. Por instinto, invenciblemente, yo universalizo lo que amo para poder amarlo”.

Ya en 1918 intuye la expansión del Cristo cósmico: “Ahora bien, un Cristo que no se extendiera más que a una parte del Universo, un Cristo que no resumiera [fuera] de alguna manera el Mundo, me parecería un Cristo más pequeño que el Real… El Dios de nuestra Fe me parecería menos grande, menos dominador, que el Universo de nuestra experiencia. Entonces, ¿cómo podría yo amarle más que todas las cosas, más que al Mundo? Por el contrario, no sería capaz de decir en qué tesoros siempre renovados de fuerza, de luz y de paz se transforma constantemente para mí la visión fundamental de Cristo en todas las cosas. Verdaderamente, venerunt mihi omnia bona cum illa”.

En este punto, Teilhard cita de memoria un texto del libro de la Sabiduría (7, 11). Creemos que puede ser significativa la lectura de todo el texto completo (Sabiduría, 7, 1-11): "Sabiduría, 7 1.Yo también soy un hombre mortal como todos, un descendiente del primero que fue formado de la tierra. En el seno de una madre fui hecho carne; 2.durante diez meses fui modelado en su sangre, de una semilla de hombre y del placer que acompaña al sueño. 3. Yo también, una vez nacido, aspiré el aire común, caí en la tierra que a todos recibe por igual y mi primera voz fue la de todos: lloré. 4. Me crié entre pañales y cuidados. 5. Pues no hay rey que haya tenido otro comienzo de su existencia; 6.una es la entrada en la vida para todos y una misma la salida. 7. Por eso pedí y se me concedió la prudencia; supliqué y me vino el espíritu de Sabiduría. 8. Y la preferí a cetros y tronos y en nada tuve a la riqueza en comparación de ella. 9. Ni a la piedra más preciosa la equiparé, porque todo el oro a su lado es un puñado de arena y barro parece la plata en su presencia. 10. La amé más que la salud y la hermosura y preferí tenerla a ella más que a la luz, porque la claridad que de ella nace no conoce noche. 11. Con ella me vinieron a la vez todos los bienes, y riquezas incalculables en sus manos. 12. Y yo me regocijé con todos estos bienes porque la Sabiduría los trae, aunque ignoraba que ella fuese su madre. 13. Con sencillez la aprendí y sin envidia la comunico; no me guardo ocultas sus riquezas 14.porque es para los hombres un tesoro inagotable y los que lo adquieren se granjean la amistad de Dios recomendados por los dones que les trae la instrucción. 15. Concédame Dios hablar según él quiere y concebir pensamientos dignos de sus dones, porque él es quien guía a la Sabiduría y quien dirige a los sabios; 16.que nosotros y nuestras palabras en sus manos estamos con toda nuestra prudencia y destreza en el obrar. 17. Fue él quien me concedió un conocimiento verdadero de los seres, para conocer la estructura del mundo y la actividad de los elementos, 18.el principio, el fin y el medio de los tiempos, los cambios de los solsticios y la sucesión de las estaciones, 19.los ciclos del año y la posición de las estrellas, 20.la naturaleza de los animales y los instintos de las fieras, el poder de los espíritus y los pensamientos de los hombres, las variedades de las plantas y las virtudes de las raíces. 21. Cuanto está oculto y cuanto se ve, todo lo conocí, porque el artífice de todo, la Sabiduría, me lo enseñó. 22.Pues hay en ella un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, ágil, perspicaz, inmaculado, claro, impasible, amante del bien, agudo, 23.incoercible, bienhechor, amigo del hombre, firme, seguro, sereno, que todo lo puede, todo lo observa, penetra todos los espíritus, los inteligentes, los puros, los más sutiles.".

4. ¿CUÁL ES LA NATURALEZA POSIBLE DE LA COEXISTENCIA DE CRISTO y DEL UNIVERSO?

Pero, ¿en qué consiste esa Presencia universal de Cristo en el Universo? Sigamos a Teilhard en el cuarto punto de su ensayo: “Para seguir la lógica de mi naturaleza, para ser fiel a mí mismo (lo que significa, espero, a mi vocación), he tenido que intentar precisarme en qué consiste esta Presencia universal de Cristo que yo sentía y que amaba por encima de todo. Este trabajo se imponía. He aquí de qué manera me figuro, por el momento, las relaciones de Cristo y del Universo”.

Coextensión, ómicron y omega en Teilhard

En este punto, Teilhard introduce una serie de conceptos de ecos matemáticos para explicar su punto de vista: “De manera general, pienso, que la coextensión [1] de Cristo y del Mundo tiene que entenderse sobre todo, como una influencia física, orgánica, ejercida por Cristo sobre el movimiento esencial (o la suma de los movimientos esenciales) que hace crecer el Universo (= acción creadora o transformadora).”

Introduce aquí Teilhard algunas de sus metáforas recogidas de la tradición científica. La letra griega omicron ([o] similar en sonido y grafía a la letra “o” del alfabeto romano) se diferencia de la letra griega omega [Ω] porque esta es una o larga. En la física, la letra omega es usada como símbolo de muchos conceptos [2]. En este artículo, Teilhard considera que omicron es el punto de convergencia y coextensión hacia donde se dirigen los progresos humanos, mientras que a omega la dota de un sentido teológico: es el punto de convergencia y coextensión hacia donde se dirige la plenitud de Cristo.

Escribe Teilhard: “Esto supuesto, si llamamos, para simplificar: omicron = término natural de los progresos humanos (y cósmicos); omega = término sobrenatural (plenitud de Cristo) del Reino de Dios, yo concibo tres relaciones principales entre omicron y omega”.

Como no tiene muy claro cómo hacer coextensivos ambos procesos, se atreve a proponer tres hipótesis. Son éstas:

La primera de ellas: “1) O bien omicron y omega son dos términos heterogéneos (independientes), que se elaboran, sobre dos planos diferentes,en el seno de la misma actividad creada (por ejemplo, omega es el producto de las operaciones humanas consideradas como morales y «hechas por Dios», y omicron es el fruto, inútil para el cielo, de esas mismas operaciones, en tanto que logradas temporalmente).

2) O bien omicron y omega son dos términos antagónicos; tendiendo uno a eliminar al otro, de suerte que cada punto de actividad creada sea un lugar de opción y de separación entre omicron y omega = doctrina del renunciamiento puro y simple).

3) O bien, finalmente, omicron y omega son dos términos jerárquicos, siendo omega un agrandamiento de omicron captado y sublimado por aquél «sobre su eje primitivo». (Por ejemplo, puede imaginarse que el esfuerzo humano natural y la gracia concurren, cada uno con respecto a una parte esencial, al desenvolvimiento del Espíritu, que continúa formándose en su sustancia natural, al mismo tiempo que Dios lo eleva al orden sobrenatural. En estas condiciones, el Mundo no es solamente un lugar de ejercicio: es una obra por hacer.)”

Omicron y Omega como términos jerárquicos

Descritas estas tres hipótesis para explicar estas relaciones coextensivas, razona Teilhard de esta forma, rechazando unas y justificando la tercera:

“La primera de estas tres hipótesis me parece dualista y bastarda (la he criticado largamente en «La Vida cósmica» [3]). La segunda no me desagrada en teoría, pero en la práctica me parece inhumana e imposible de conciliar: 1) Sea con la práctica de la Iglesia, que ha favorecido siempre abiertamente y bendecido el trabajo humano.2) Sea con la psicología religiosa más elemental, que muestra una estrecha cohesión entre la expansión natural de las facultades humanas y su capacidad de amor hacia Dios. El Universo excita el «gusto de ser», proporciona la savia, que se transforman en amor de Dios. En lo que me concierne, al menos, este proceso me resulta extremadamente claro: el Cielo no puede pasarse sin la Tierra”.

Excluidas las dos primeras, solo cabe aceptar como más razonable la tercera: “Por tanto, hasta nueva orden, me atengo a la tercera solución, que tiene la ventaja de resultar directamente apropiada para mi doble necesidad instintiva:

1) De sentir a Dios bajo toda energía natural, y 2) De encontrar un valor universal, absoluto, en toda acción humana (non solum quoad operationem, sed etiam quoad opus), Realmente, literalmente, en la hipótesis de Cristo adoptando y sobrenaturalizando la evolución natural del Mundo, quidquid patimur, Christus agit, y quidquid agimus, Christus agitur [4]

Teilhard deduce tres conclusiones: “Es muy importante advertir que esta concepción de los fines (natural y sobrenatural) del Mundo conjugados, no tiene nada en común con la teoría del goce o del «cógelo-todo». Lo que intenta es, sin duda, hacer derivar hacia Dios, captar para el Cielo, todo el impulso del Mundo hacia lo Bello y lo Bueno. Pero al mismo tiempo mantiene (como toda teoría de verdadera transformación): 1) Que el progreso natural, lo mismo que el sobrenatural, tiene por base el trabajo y el renunciamiento individual.2) Que el desarrollo natural se halla subordinado al reino de Dios.3) Que el centro de gravedad del esfuerzo humano se desplaza gradualmente hacia las ocupaciones celestes, a medida que ciertos dominios de actividad inferior son sobrepasados o agotados (así es como la virginidad tiende a suplantar el estado de matrimonio.)”.

5. LA FILOSOFÍA DE LA UNIÓN

Toda esta reflexión le conduce a unas consideraciones sobre lo que denomina “la filosofía de la Unión”, un concepto recurrente en muchos de sus ensayos espirituales del tiempo de la guerra. Dicho todo lo anterior, “Si se admite que Cristo coincide con el Universo, en calidad de Centro universal común al progreso cósmico y a la santificación gratuita, queda por saber si se puede ir aún más allá en la explicación de su divina coextensión con el Mundo; esto es, hacerse una idea de la ley de transformación de todas las cosas in Ipso y per Ipsum.”

Y, con su optimismo innato, continúa: “Yo he creído esto posible. Me ha parecido (cf. «La Unión creadora») que el desarrollo completo del Mundo sobrenaturalizado, visto a través de la experiencia humana, tenía la forma de un vasto movimiento de unificación, convergiendo hacia Cristo”.

Y este texto desvela la experiencia interior densa y unificadora: “Entonces he intentado mostrar que los progresos sucesivos del ser creado, desde su primera aparición fuera de la Nada, hasta la formación de un alma racional, hasta la agregación de los elegidos al Cuerpo místico de Cristo, se hallan ligados (si no es que son debidos) a la reducción progresiva de una pluralidad primitiva. La diferenciación de los seres (término inmediato de su perfeccionamiento individual) no es, en esta hipótesis, más que la preparación para una unión mucho más estrecha y más espiritual de los elementos del Universo. La atracción única de Cristo es lo que anima ese gran esfuerzo del Espíritu para unificarse”.

Teilhard se desvincula del panteísmo

En distintos medios se acusó a Teilhard de panteísmo [5]. Hoy se considera a Teilhard como un pensador católico cuya postura filosófica se incluye en el panenteísmo: “Dios en todas las cosas” [6], de clara influencia ignaciana (ver la Contemplación para Alcanzar Amor de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio).

Para Teilhard, “Las ventajas de esta teoría (de la Unión creadora) son las siguientes: 1. Ante todo, filosóficamente: a) satisface a la vez las tendencias monista y pluralista que chocan, dolorosamente según pienso, en todo espíritu movido por la necesidad REAL de comprender un poco el Mundo (la unidad del Mundo se obtiene en virtud de nuestra fidelidad por individualizarnos); b) concilia, también, los postulados del materialismo y del espiritualismo. La Materia, sin verse volatilizada (solución fácil y tentadora, pero contraria al dogma), se desaloja por el Espíritu, que sin embargo, ella soporta. En efecto, toda la cohesión y el valor ontológico del Universo se hallan suspendidos del Espíritu, que es el único que liga en sí, y religa entre ellos, los elementos constitutivos del Mundo. Haber logrado percibir esta captura, por el alma, de los atributos de la Materia que me más seducían, ha sido, me parece, uno de los últimos grandes progresos de mi pensamiento. 2. Además, místicamente: la Unión creadora me agrada (habría que decir mejor, que «me complazco en ella») porque reduce todo el movimiento del Mundo a una comunión. La comunión se convierte en un acto único y esencial del Mundo, esto es, reviste las cualidades de universalidad de lo absoluto, que intento obstinadamente poder otorgar a todo lo que amo «absolutamente». De hecho, el sistema de la «Unión creadora» ha nacido, en mi espíritu, de la necesidad de generalizar, y de ligar indisolublemente a la estructura del Mundo, lo que sabemos del Cuerpo místico y de la unión con Jesús. La mejor filosofía, para mí, será siempre aquella que mejor permita sentir a Cristo, necesariamente y en todo. No tengo inconveniente en reconocer, que la teoría de la Unión creadora, si no en todas sus partes centrales (próximas a Cristo), al menos en su extensión a la creación inicial y a la formación del alma, precisa de correcciones”.

Pero todavía, Teilhard se ve en la necesidad de precisar algunas cosas: “Sin embargo, he de hacer observar aquí: Mi intención, al pretender referirlo todo a la unión, no ha sido precisamente encontrar una solución metafísica del Universo, sino más bien descubrir una forma histórica y práctica respecto al desarrollo de la Creación. Supongamos demostrado, que la creación y la espiritualización de los seres no pueden en manera alguna reducirse a un mecanismo de unión.Podría seguir siendo cierto, que una unificación progresiva de las cosas acompaña, y mide sus crecimientos entitativos. Entonces, la unión seguiría siendo la ley aparente, empírica, del perfeccionamiento y de la santificación de las criaturas. No pido más”.

6. NECESIDAD DE UNA SOLUCIÓN

El precioso texto teilhardiano de hace un siglo (1918) “Mi Universo”, esboza algunas conclusiones que inciden en la teología, la espiritualidad y la cosmovisión científica del mundo: “Cualesquiera que sean las correcciones, más o menos profundas, que deba sufrir la solución encontrada por mí al «problema de mi vida», un punto seguirá siendo irrefutable: a saber, la preocupación de unificar mi visión interior, que experimento con demasiada viveza como para que otros muchos no lo experimenten también como yo”.

En unos momentos en los que en Francia se agita el debate teológico del Modernismo (condenado por Pío IX y Pío X) [7], Teilhard intenta situarse –en nuestra opinión- en una postura equilibrada. Para él, “La sobrenaturalización del Mundo no proporciona sólo a los teólogos dificultades abstractas. Introduce, en el corazón de la vida práctica, una apariencia de dualidad, que a mi parecer, en definitiva, es necesario definir y reducir en lo posible, mediante una solución sistemática y completa. 1. Quien quiere de verdad vivir su cristianismo, choca ante todo con un dualismo, muy enojoso, en el esfuerzo: ¿cómo conciliar la renuncia al Mundo (necesaria para la vida en Cristo) con el gusto por la Tierra (indispensable para el esfuerzo humano)? 2. Y este dualismo de acción tiene su fuente (o se prolonga) en un dualismo, mucho más grave, del sentimiento religioso. El alma se siente realmente cogida entre dos absolutos: el de la experiencia (el Universo) y el de la Revelación (Dios trascendente)”.

La sinceridad y fortaleza interior de Teilhard

Para concluir sus sinceras reflexiones, Teilhard apunta que: “Si he de juzgar por mí mismo, la gran tentación del siglo (y de la hora presente) es (y será cada día más) encontrar el Mundo de la naturaleza, de la vida y de la humanidad, más grande, más próximo, más misterioso, más viviente, que el Dios de la Escritura. La tendencia al panteísmo es demasiado universal y demasiado tenaz, para que no haya en ella un alma de verdad (naturalmente cristiana) que sea preciso «bautizar»”.

Terminan estas reflexiones con una visión de futuro: “Estoy convencido de que los dogmas y la práctica de la Iglesia nos han puesto desde hace tiempo entre las manos todos los elementos de una conquista como ésta. Por la gloria de Cristo y el triunfo de la Verdad, por la paz de muchas buenas voluntades, invoco con todas mis fuerzas el momento en que las reglas seculares de la ascesis y de la dirección cristianas (tal vez demasiado empíricas todavía) habrán de reunirse en un código más orgánico y más racional. Y anhelo también -por todo mi deseo de amar a Dios- que los elementos de verdad, universalmente creídos y profesados por la Iglesia, referentes a la acción y a la presencia universal de Dios y de Cristo, lleguen por fin a ser considerados juntos, y sin atenuantes. Es posible que entonces surja la sorpresa de ver cuántas consideraciones que, en mis escritos, han parecido forzadas, azarosas, o llamativas, nacen con toda unanimidad (ellas o sus equivalentes) de las creencias más auténticas y más prácticas de nuestra fe, desde el momento en que se haga el esfuerzo de agruparlas, no sólo en un lenguaje, sino en una realidad coherente

ADVERTENCIAS

Para volver a aclarar su postura personal, añade al final del texto lo que denomina “Advertencias”. Son dos y son un acto de fe en la ciencia y en la experiencia creyente: “Es fácil advertir que la tendencia que me inclino a hacer prevalecer, en la práctica cristiana, y en la interpretación del dogma, se halla sujeta a un doble riesgo: 1. agrandar el Universo hasta eclipsar o «materializar» a Dios; 2. utilizar los recursos y afecciones naturales de la vida hasta dejarse llevar, y disfrutar, paganamente de ellos. Estas dos desviaciones serían excesos, como los que pueden producirse a expensas de cualquier verdad. Evitarlos es una cuestión de sentido católico y de prudencia cristiana. Ay (Marne), 14 de abril de 1918”.


NOTAS

[1] La palabra coextensión no está en el diccionario de la Real Academia. Podemos hablar de coextensivo. Coextensivos por ejemplo son dos conceptos que comparten la misma "extensión". También se utiliza esta palabra cuando queremos decir que un concepto "equivale" al otro (Ojo: equivaler no es lo mismo que igualar) Ejemplo: los términos "equilátero" y "equiángulo" son términos coextensivos (equivalentes). Equilátero = igual lados Equiángulo = igual ángulos. Nota que estos conceptos no son iguales, pero sí son equivalentes, ya que algo que es equilátero va a ser al mismo tiempo "equiángulo"

[2]  chemistry: For oxygen-18, a natural, stable isotope of oxygen. In physics:
For ohm – SI unit of electrical resistance; formerly also used upside down (℧) to represent mho, the old name for the inverse of an ohm (now siemens with symbol S) used for electrical conductance. Unicode has a separate code point for the ohm sign (U+2126, Ω), but it is included only for backward compatibility, and the Greek uppercase omega character (U+03A9, Ω) is preferred.[6]
In statistical mechanics, Ω refers to the multiplicity (number of microstates) in a system.
The solid angle or the rate of precession in a gyroscope.
In particle physics to represent the Omega baryons.
In astronomy (cosmology), Ω refers to the density of the universe, also called the density parameter.
In astronomy (orbital mechanics), Ω refers to the longitude of the ascending node of an orbit.
In mathematics and computer science:
In complex analysis, the Omega constant, a solution of Lambert's W function
In differential geometry, the space of differential forms on a manifold (of a certain degree, usually with a supersrcipt).
A variable for a 2-dimensional region in calculus, usually corresponding to the domain of a double integral.
In topos theory, the (codomain of the) subobject classifier of an elementary topos.
In combinatory logic, the looping combinator, (λ x. x x) (λ x. x x)
In group theory, the omega and agemo subgroups of a p-group, Ω(G) and ℧(G)
In group theory, Cayley's Ω process as a partial differential operator.
In statistics, it is used as the symbol for the sample space, or total set of possible outcomes.
In number theory, Ω(n) is the number of prime divisors of n.
In notation related to Big O notation to describe the asymptotic behavior of functions.
Chaitin's constant.

[3]  Pueden consultarse más datos en La Vida Cósmica. Editorial Trotta, 2016. https://www.bubok.es/libros/240254/La-Vida-cosmica https://teilhard-mx.com/1826-2/https://www.bubok.es/libros/240254/La-Vida-cosmica%20http:/teilhard.net/1826-2/ http://www.trotta.es/libros/la-vida-cosmica/9788498797015/ https://teilhard-mx.com/la-vida-cosmica-revision-critica-de-un-texto-problematico/ “La Vida cósmica, cien años después” http://revistas.upcomillas.es/index.php/pensamiento/article/viewFile/7989/7730 en: http://revistas.upcomillas.es/index.php/pensamiento/article/view/7989/7730 http://entreparentesis.org/cien-anos-la-vida-cosmica-teilhard-chardin/

[4]  El texto tiene un error de escritura. Debe ser quidquid patimur, Christum agit; quidquid agimus, Christus agit. Es un texto procedente la “La Imitación de Cristo” de Tomás de Kempis. “Lo que padecemos, le afecta a Cristo; lo que hacemos, lo hace Cristo” https://books.google.es/books?id=bZQOAAAAQBAJ&pg=PT135&lpg=PT135&dq=quidquid+patimur,+Christus+agit,+y+quidquid+agimus,+Christus+agitur&source=bl&ots=aM27KWZD13&sig=j9LIYMw9hRkF09MXbdbWSBE1CfY&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjZq43f-aLaAhVBsxQKHYTGCT8Q6AEIKjAA#v=onepage&q=quidquid%20patimur%2C%20Christus%20agit%2C%20y%20quidquid%20agimus%2C%20Christus%20agitur&f=false

[5] Desde una organización ultracatólica (“Católicos Alerta”) se ataca a Teilhard y de rebote al papa Francisco: http://www.catolicosalerta.com.ar/bergoglio2017/FranciscoTeilhard-de-Chardin-y-el-panteismo.html ; Pero hoy los teólogos sensatos diferencian entre panteísmo y panenteísmo: “Teilhard de Chardin y el panteísmo” de Juan de Sahagún Lucas. Pensamiento: Revista de investigación e Información filosófica,Vol. 26, Nº 102-103, 1970 (Ejemplar dedicado a: Teilhard de Chardin Filósofo), págs. 213-230 https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2209370 ; También los trabajos de Pérez de Laborda: https://books.google.es/books?id=-ABZQ36DaU0C&pg=PA115&lpg=PA115&dq=Teilhard+panteismo&source=bl&ots=O89ia-dj2U&sig=yDmD-AqimpNltIFH6mJf_XpoCfE&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwj91Pf4naPaAhUJUhQKHUQLBlkQ6AEITTAF#v=onepage&q=Teilhard%20panteismo&f=false
Ver la opinión de Henri de Lubac en
https://blogs.comillas.edu/FronterasCTR/2017/03/08/teilhard-de-chardin-henri-de-lubac/

[6]  De un modo simple se puede decir que para los panteístas, TODO es Dios; para los panenteístas, Dios ESTÁ en todas las cosas. Hay una diferencia ontológica y metafísica entre el mundo y Dios.

[7]  Sobre el modernismo, ver, entre otros: http://www.dfists.ua.es/~gil/cien-anios-de-modernismo.pdf
Ver los ataques y condenas en https://bibliaytradicion.wordpress.com/2011/01/12/la-herejia-moderna-y-teilhard-de-chardin/ https://www.religionenlibertad.com/evocando-a-teilhard-de-chardin-4256.htm En estos momentos, grupos de seguidores de Teilhard presionan a El Vaticano para rehabilitar el buen nombre de Teilhard y que se retire el Monitum de 1962: http://fsspx.news/es/news-events/news /%C2%BFel-padre-teilhard-de-chardin-ser%C3%A1-rehabilitado-por-el-vaticano-34301