Presentamos a nuestros lectores este artículo tomado de: Teilhard de Chardin, , In the Quest of the Perfection of Man, An International Symposium, editado y compilado por Geraldine O. Brownig, Joseph L. Alioto, Seymour M. Farber, M.D., Cranbury, New Jersey, Fairleigh Dickinson University Press, pág. 103-114. Este Simposio se llevó a cabo en la ciudad de San Francisco, California, con motivo del décimo aniversario del fallecimiento de Teilhard de Chardin.

 

La biología y la Condición Humana

Theodosius Dobzhansky, D. Sc.[1]

¿De qué forma dos campos de nuestra experiencia, el del mundo externo y el del interno, pueden hacerse uno dentro del marco teórico de un universo en evolución? Teilhard de Chardin dedicó su vida a la búsqueda de una respuesta a esas interrogantes. Esto está implícito en todos sus trabajos. Una respuesta que sea considerada razonablemente válida es una necesidad para todo ser pensante, pero es aun más necesaria para la sociedad. Si así no fuese este Simposioum sería innecesario.

Para que sea del todo aceptable, una respuesta no debe ser menos que una visión del mundo coherente. Esto es lo que Teilhard de Chardin trató de llevar a cabo, sin nunca pretender llegar a una visión del mundo final, completa y aceptable para todo el mundo. Como científico, él sabía que para que en nuestro tiempo sea admisible, una visión del mundo debe estar “dentro de un marco teórico de un universo en evolución.” Aunque él tenía la sabiduría de reconocer que esa visión del mundo debería incorporar mucho más que todo aquello que la ciencia ha descubierto. El hombre no vive sólo de pan, de ciencia, en este caso. El anhelaba amor, belleza, reconciliación con finitud, adoración de lo que él concebía como lo último y lo sagrado. Además de ser un científico. Teilhard de Chardin era poeta, místico, filósofo, pero antes que nada un hombre profundamente religioso. Él estaba incomparablemente calificado para intentar una síntesis.

Pero esta síntesis tiene tantos constituyentes y tan disparados unos de otros que está expuesta a un sin número de críticas hostiles tanto de científicos como de legos. Yo no puedo ni intento tomar en cuenta todas estas críticas, excepto una. ¿Buscó Teilhard de Chardin derivar sus puntos de vista de la Biología o por el contrario sólo promoverlas. No sólo, él era lo suficientemente sagaz para saber que esto no se podía hacer, sino que seguro de su fe él no requería nada de esto. Aunque, dado que su síntesis incluía su ciencia, su filosofía y su religión, su manera fuertemente distintiva de escribir no se ajustó al estilo acostumbrado en ninguno de estos campos.  Ésos que ignoran la naturaleza de la tarea que se impuso a sí mismo encontraron fácil el censurarlo. Imágenes poéticas, simbolismos sugerentes, a veces con gran carga emocional, poner significados poco usuales en algunas palabras hace que todo lo suyo sea no sólo sea de muy difícil traducción sino que también decepciona a personas acostumbradas a una escritura científica más neutra. Pero antes que ustedes lo rechacen, consideren que el nunca reclamó que su síntesis fuera lo último y que era el primero en admitir la necesidad de revisiones a la luz del innovador conocimiento científico y de la cambiante experiencia de nuestros tiempos, y que finalmente, muchas de sus ideas son susceptibles de ser transmitidas en formas diferentes de las que él utilizo.

Ya desde tiempos tan tempranos como el medioevo, teólogos, notablemente Santo Tomas de Aquino, buscaron  descubrir una base racional de ética y de valores. Sus premisas fueron que el hombre fue creado a imagen de Dios, que todos los humanos tienen la misma “naturaleza” y que esa “naturaleza” es la fuente de la misma ley moral. El problema se presenta a sí mismo bajo una luz nueva desde el descubrimiento de Darwin de la ascendencia evolutiva del hombre. El hombre evolucionó de ancestros no humanos. Por lo que la naturaleza humana y la ley moral debieron también haber evolucionado. Más aun, existen razones válidas para pensar que no existe una sola naturaleza humana, existen tantas variantes de la naturaleza humana como hombres. Estos descubrimientos hacen surgir muchas interrogantes nuevas. Dado que la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios es un proceso y no un evento, la ley moral no es una imposición repentina sino que un producto del desarrollo evolutivo.

¿Pero qué ocasiono este desarrollo? Existe una relación que se retroalimenta entre los desarrollos humanos y biológicos en la  evolución humana. La evolución biológica es la cimentación que sostiene el crecimiento de la cultura, incluidas la ética y la moral. A su vez, el desarrollo de la cultura condujo a un mayor fortalecimiento de la base biológica de la ley moral. La visión teilhardiana claramente indica que los principios éticos que han sido considerados como el apéndice y que nosotros hemos hecho predominar, más o menos voluntariamente, sobre las leyes de la biología están actualmente mostrándose como una condición de supervivencia de la raza humana y no metafóricamente sino literalmente. En otras palabras, Teilhard de Chardin vio que la evolución al reflejarse sobre sí misma adquiere la moral del propósito del avance continuo.

¿En qué sentido puede argumentarse que la evolución es moral? Aquí debemos constatar cuidadosamente los puntos cardinales de nuestra discusión. El desarrollo evolutivo biológico que ha hecho posible el ascenso del hombre ¿lo ha dotado de ciertas características éticas? O ¿simplemente ha hecho posible a todos los miembros no patológicos de la especie humana capaces de aprender varios tipos de ética y moralidad y ser entrenados para varios tipos de conducta? Estas son proposiciones muy diferentes, aunque todavía en muchas discusiones son irremediablemente confundidas, sobre la supuesta base ética de la lógica. Una analogía con el lenguaje humano simbólico aclarará esta diferencia.

Con la excepción de infantes congénitamente mal formados, el ser humano nace con una garantía de sus capacidad para aprender una lengua. En contraste, primates no  humanos, aun parientes tan cercanos como el chimpancé, no tienen esta capacidad. Aunque la conformación de sus órganos  vocales puedan emitir la mayoría de los sonidos del lenguaje del ser humano, su incapacidad de aprender reside en la estructura cerebral.  Por otro lado, no existen predisposiciones genéticas para aprender una lengua en particular. Todo ser humanos puede, cuando menos durante la infancia, aprender cualquier lengua de los cientos o a un miles de los grupos lingüísticos existentes. Un infante bosquimano aprende su propia lengua, con sus “clicks” tan peculiares, con la misma facilidad que podría aprender cualquier lengua europea, así como cualquier niño europeo  podría aprender la lengua de los bosquimanos. Los genes humanos obviamente nos capacitan para hablar, sin  que importe de que lengua se trate y aun menos determinan el contenido de lo que tengamos que decir.

Con mucho, la evolución biológica es utilitaria. No está programada dentro del organismo; ni la especie humana, ni ninguna otra especie fue planeada con anticipación. La evolución es una respuesta creativa de la materia viva a su medio ambiente, ya que mantiene o mejora la adaptación de las especies vivientes a su entorno. Aunque, los cambio evolutivos no son impuestos al organismo por su medio ambiente. El medio ambiente presenta desafíos a las especies que lo habitan. Una especie puede responder o no por medio de modificación genética de adaptación. Respuestas exitosas permiten a las especies sobrevivir y expandirse. Aunque es posible adaptarse al mismo medio ambiente de diferentes maneras. Por ejemplo, las especies de plantas desérticas resuelven la resequedad de varias formas para reducir la evaporación, en tanto que otras crecen, florecen y maduran sus semillas muy rápidamente cuando la humedad está disponible.  

Nuestros ancestros parecidos a los monos no fueron capaces de responder a los desafíos de sus medios ambientes convirtiéndose en humanos; ellos simplemente llegaron a ser otra especie de simios. En realidad, respondieron evolucionando la base genética de la cultura, el lenguaje y la ética. Los medios ambientes que son “naturales” para el ser humano, en el sentido que la especie humana está biológicamente comprometida a vivir en él, son medios ambientes conformados por las culturas humanas. La especie humana no podría sobrevivir por mucho tiempo en los medios ambientes de sus ancestros de hace 10 000 años, mucho menos en los de hace un millón de años. Es un tremendo absurdo el llamar a estos medios ambientes “naturales”, no obstante, éste es un cliché frecuentemente utilizado.

Hace casi un siglo que Darwin concluyó que “el sentido moral o la conciencia” se desarrollaron en la evolución humana como una superación de lo que él llamó “instintos sociales”. Considerada biológicamente pura, la especie humana ha llegado a ser con mucho la más exitosa forma de vida que la evolución ha producido. Ha heredado la tierra; no tiene competidores serios; otras especies existen gracias a su tolerancia. En contraste con otras especies no es probable que se enfrente con el peligro de extinguirse, a menos que ocurra algún tipo de locura suicida. La especie humana es una especie zoológica, pero no es cierto que sea “nada más que un animal”. Por ejemplo, de acuerdo con Hallowell, a diferencia de otra especies, el ser humano actúa en un universo que ha sido descubierto por él y hecho inteligible para el mismo como organismo capaz de tener conciencia, auto conciencia y pensamiento reflexivo. Pero esto ha sido posible debido a la utilización del habla y que otros medios simbólicos extrínsecos han conducido a las articulación, comunicación y transmisión de significados y valores culturalmente constituidos. Debido a  que trasciende determinantes puramente biológicos y geográficos, una vida socialmente organizada en el ser humano no puede funcionar separada de significados y valores comunalmente reconocidos.

Los significados y los valores están “culturalmente constituidos”. Ellos son comunicados y transmitidos de generación en generación por instrucción y aprendizaje de padres, maestros, compañeros, libros y de lo que ahora se conoce como “media”. Aunque no existen genes de significados y valores, no obstante que la capacidad genética humana hace posible su articulación y transmisión. Los infantes humanos nacen con la capacidad de llegar a ser, en palabras de Waddington, “seres éticos”, es decir que poseen la capacidad para adquirir ética y valores, pero sin que existan ética o valores innatos. Es más, “Es sólo el ser humano quien se convierte en un ser ético y va en busca de ética.”

¿Carecen otros animales la capacidad de la ética? Estudiantes de conductas animales tan eminentes como Rensch y Torpe creen que rudimentos de algo como un sentido moral pueden estar presentes. Por ejemplo, los perros pueden comportarse como si ellos tuviesen sentimientos de culpabilidad y mala conciencia. Aunque yo estoy de acuerdo con el Dr. Simpson cuando dice que es absurdo hablar de la ética en conexión con cualquier animal que no sea el hombre. El Dr. Simpson añade que no tiene caso discutir la ética, y que realmente el concepto de ética no tiene significado, a menos que se den ciertas condiciones como en la existencia de modos de acción alternativos en los que sea libre de elegir lo que juzga éticamente bueno, ya que el hombre es capaz de juzgar las alternativas en términos éticos y tener la libertad de elegir lo que considera éticamente bueno.

El libro del Génesis da un excelente recuento poético del decisivo paso evolutivo del animal al ser humano. “Y el Señor Dios dijo, contemplad, el hombre ha llegado a ser uno de nosotros al reconocer el bien del mal.” La capacidad de saber y prever las consecuencias de las acciones propias y las de otros es la precondición biológica fundamental, real para convertirse en un ser ético. Tanto individualmente como en especie, el ser humano adquiere la ética cuando obtiene el conocimiento acerca del mundo y de su lugar en él y cuando este conocimiento le da la capacidad de prever. Se hace responsable de sus actos si sabe de las consecuencias. Es fútil el buscar genes especiales de los genes o los valores. Es la dotación genética en su totalidad que nos hace humanos. Ningún gene especial sino el sistema genético total de nuestra especie nos hace capaces del pensamiento simbólico, de adquirir y transmitir conocimiento por medio del lenguaje, de la auto-conciencia  y de la conciencia de la muerte y, por lo tanto nos hace seres éticos.

No quiero decir que todos los humanos sean genéticamente uniformes en sus   temperamentos e inclinaciones. Aunque la evidencia no sea tan completa y detallada como se desearía que fuese, es lógico afirmar que existen variaciones genéticas en inteligencia, temperamento, habilidades especiales, inclinaciones y consecuentemente en conducta. De un muchacho alto y atlético con rasgos que vayan de acuerdo con los gustos estéticos de moda puede esperarse una conducta diferente de la de un individuo débil y no tan bien conformado físicamente. Un individuo con un talento musical obvio, o habilidad matemática, o aptitud para pintar o versificar puede muy bien elegir una forma diferente de vida o trabajo diferente de otros individuos no tan dotados.

Sin embargo, no se puede insistir lo suficiente sobre el hecho de que todas estas variaciones condicionan la conducta y favorecen ciertas las elecciones, aunque nunca las  determinan rígidamente. Más aun, y esto es crucial, la manifestación de la dotación genética depende del medio social, económico y educativo en el cual se localiza el portador. Todos sabemos las historias edificantes de niños pobres pero talentosos que logran encontrar su camino hacia el éxito; desgraciadamente no hay historias acerca de los niños talentosos que nunca lo logran. El hecho básico es que la mayoría de los humanos son entrenados y educados para la mayoría de las profesiones que la sociedad necesita. Aunque este postulado no está en contradicción  con aceptar que es más fácil entrenar a cierto tipo de gente para ciertos oficios que a otros, y que ciertas ocupaciones, como la del director de orquesta, sólo pueden ser desempeñadas por una minoría de individuos dotada genéticamente.

Una atractiva cantidad de papel impreso, tiempo y energía son desperdiciados en disputas sobre si la agresión y la violencia, o la amabilidad y la buena disposición son genéticamente dados. Los etólogos (estudiantes del comportamiento animal) han descrito una importante variedad de conductas agresivas, exhibiciones amenazantes y defensas territoriales en muchos animales, incluyendo primates, los parientes más próximos del ser humano. No es de extrañarse que aún un científico tan destacado como Konrad Lorenz haya sucumbido a la tentación de adscribir todas estas cosas como instintos innatos. De las formas como la etología ha sido deformada por algunos populares escritores sensacionalistas sobre pretendidos imperativos territoriales lo menos que se diga es lo mejor.

Brevemente, el argumento de Lorenz es: La agresión en los animales sigue comúnmente un  ritual; una amenaza de violencia de una animal más fuerte es respondido por un subordinado más débil por un gesto de sumisión innato. Este gesto de sumisión actúa como un tipo de pararrayos biológico por lo que la amenaza no es seguida por el ataque. De acuerdo con Lorenz, el problema con el ser humano es que éste ha inventado poderosos medios de agresión, de piedras a cuchillos a navajas a bombas de hidrógeno y que no existe conducta ritual que calme al agresor. Los verdaderamente sorprendente para mí es que Lorenz no fue capaz de ver que éstos pueden funcionar para difuminar la agresión, no obstante que él está conciente de la reestructuración que dotaron al ser humano con habilidades mentales que sus ancestros nunca tuvieron. 

La teoría de la innata bondad del ser humano esta ya muy superada. Ashley Montagu nos asegura que “los bebes nacen buenos y deseosos de seguir siendo buenos”. Es una sociedad maligna la que frustra su deseo de ser buenos y los hace crecer en varios grados de maldad. Realmente y en mi muy limitada experiencia, no sé como obtener una filosofía moral de un recién nacido. Yo encuentro a los bebes deseosos de obtener beneficios inmediatos y tangibles. De cualquier forma, no se puede negar que una buena sociedad produce buenos seres humanos y que una mala sociedad los produce malos, por lo tanto yo concluyo que los bebes no nacen ni buenos ni malos. Ellos nacen con la potencialidad para convertirse en buenos o malos de acuerdo con sus circunstancias. Por supuesto que justo esto es lo que el punto de vista evolutivo de la naturaleza human apoya. Un puede se educado para ser gentil o violento, pacífico o agresivo, Los antropólogos tiene amplia evidencia para demostrar que diferentes culturas demandan diferentes formas de conducta de sus miembros, las cuales se esfuerzan por cumplir. Algunos autores argumentan que la naturaleza ha hecho algo más que implantar en la especie humana una capacidad imparcial para aprender varios tipos de ética y modos de conducta. Por ejemplo, Julian Huxley está convencido que las religiones tradicionales son supersticiones nocivas por lo que propone reemplazarlas con lo que él llama la religión del Humanismo Evolutivo (con mayúsculas). Él se da cuenta que una religión de proveer ética y debe especificar que autoridad sanciona esta ética y es muy cuidadoso de evitar cualquier propuesta de una nueva ética y acepta, por implicación, el sistema ético que evoluciona del pensamiento religioso judío-cristiano, justo el cual el mismo acaba de denunciar de espejismo. Aunque él propone lo que él considera un criterio para evaluar reglas de comportamiento y  juzgarlas como buenas o malas, deseables o indeseables.  Éste es el criterio que llama de “dirección evolutiva”, y añade que cualquier cosa que permita o promueva una evolución franca está en lo correcto, y que cualquier cosa que restrinja o frustre esta evolución está equivocada.

Pero me temo que esto es demasiado fácil.  Como el Dr. Simpson ha apuntado correctamente, ninguna dirección o pautas en la evolución son generales o universales. Las pautas varían de grupo a grupo y de época a época. Aunque todo biólogo intuitivamente siente que la evolución ha sido más bien progresiva, esto es por qué Teilhard insistió que nadie ha conseguido definir lo que constituye el avance o el progreso evolutivo. Aunque este argumento es considerado actualmente la objeción más seria a la ética evolutiva de Huxley. Supongamos que se encuentra que la evolución biológica en general y la evolución humana en particular han seguido una cierta dirección. ¿Por qué se tendría que considerar esta dirección correcta? ¿Por qué la sabiduría (por definición) debe ayudar al proceso evolutivo a seguir como lo hizo en el pasado? El Dr. Simpson ha dicho que es razonable considerar las capacidades para sentir, conocer, desear y entender como mejoras y que esa definición altamente restringida es aceptada, la materia debe discutirse claramente en esos términos. Aunque la sabiduría de considerar justamente esas capacidades como mejorías no es deducible de nuestro conocimiento de la evolución biológica. Éste viene del cuerpo general de la sabiduría humana, mucha del cual ya se había desarrollado antes de que apareciera la biología como ciencia.  Para estar seguro, una especie biológica, la humana, la cual desarrollo esta capacidad en alto grado, es biológicamente la especie existente con más éxito. Aunque ¿es esta prueba pragmática una validación irrefutable de la ética? ¿Está el éxito siempre en lo correcto?

El ser humano ha descubierto que es un producto de la evolución y que la evolución es un proceso. Por medio de este descubrimiento, el ser humano ha adquirido el derecho para juzgar los méritos de la evolución. El pasado no puede cambiarse a pesar de nuestro juicio, pero el ser humano no está obligado a aceptar la evolución futura que sea causada por fuerzas de la naturaleza ciegas e impersonales. La evolución puede eventualmente ser controlada y dirigida. ¿Debe ir en la misma dirección en que fue en el pasado? Posiblemente sea así, aunque sólo en tanto esta dirección parezca la correcta y deseable a la luz de la sabiduría humana.

No, la evolución no es en sí un criterio para decidir lo que debe ser o no ser. La ética es producto de la evolución de la cultura humana. A su vez la evolución cultural es posible gracias a la evolución de la dotación genética del ser humano, aunque ésta no sea impuesta o rígidamente determinada. La enseñanzas de Cristo o Buda han sido aceptadas como luz que guía a billones de seres humanos debido a su belleza, no porque fueran científicamente comprobadas. De hecho, una vida rígidamente controlada por controles racionales evoca protestas apasionadas y rebelión de alguna gente.

Fedor Dostoevky describe una rebelión con una fuerza insuperable en uno sus primeros escritos Letters from the Underground. En ella, el hombre del bajo mundo declaraba que él, de una forma muy natural quería vivir para satisfacer su capacidad completa de vivir y no simplemente satisfacer su racionalidad, la cual sólo representaba la vigésima parte de su capacidad de vivir. Peor aun, si al hombre del submundo se le comprobase que leyes inexorables de la naturaleza hacen sensible y ventajoso para él actuar de cierta manera, este hombre escogería la locura, simplemente para insistir que él es libre para vivir de acuerdo con su “estupido deseo”. 

¿No es esta revuelta perversa y destructiva? En mi opinión ciertamente lo es. Aunque debemos tener cuidado del hecho que esta perversidad no se esconde más en el submundo. Ha  salido a la luz en todo el mundo, especialmente entre los jóvenes y se está extendiendo. Ha agrandado la brecha entre las generaciones mucho más que las que rutinariamente existían entre padres e hijos.  Los padres son acusados de heredar a sus hijos una sociedad tan depravada que éstos la rechazan en principio y se embarcan en una fútil búsqueda de sustitutos ilusorios, frecuentemente con la ayuda de drogas.

Uno cree que el mundo que nosotros los padres estamos dejando a nuestros hijos e hijas no es peor sino en algunos casos es mejor que el que nosotros recibimos de quien nos precedió. Nosotros somos culpados por la indecencia de la guerra de Vietnam, pero nosotros nos enfrentamos con un peligro aun mayor, la guerra de Hitler. Sin duda el peligro de la sobre población ha crecido mucho más en este tiempo; y parece que existe un peligro aun mayor, el de un suicidio colectivo con una guerra nuclear. De cualquier forma, la expansión de la educación, de mero alfabetismo a una preparación universitaria, puede hacer a la gente más conciente de ese peligro. Y finalmente, para estar seguros, aquí está una sociedad rica, que sólo incluye una fracción de la humanidad. Sin embargo, es ridiculizada por muchos, quienes toman sus comodidades por dadas.

De cualquier forma, la respuesta para la revuelta contra la llamada tiranía de la racionalidad no es la irracionalidad. Es más bien una demostración que la racionalidad es compatible con la libertad humana. Una Era de la Ciencia no necesita carecer de intentos del espíritu humano que no sean otros que la misma ciencia. Es debatible si la extravagancia de algunos artistas modernos representan logros novedosos o sólo son degradación. Lo que es innegable es que las obras de arte maestras pueden ser ahora disfrutadas por un vasto número de gente, en tanto que antiguamente sólo estaban al alcance de un reducido grupo. La música de Beethoven es escuchada ahora por un número de gente miles de veces mayor que durante toda su vida. Sin ignorar las estupideces de la media, los valores culturales se vuelven accesibles un número mayor de gente, primero en países tecnológicamente más avanzados, pero gradualmente al resto del mundo.

Yo concluyo que los criterios por medio de los cuales la validez de la ética debe ser probada deben venir de la religión. Aunque la religión en una Era de la Ciencia no es una science digest popular. Mi opinión personal es que en el presente debe tener como su núcleo una de las religiones tradicionales. En un futuro, este núcleo puede ser una síntesis de algunas o todas las religiones tradicionales. Sin embargo, la  religión debe no sólo estar conciente de, sino también receptiva, de todos los logros del pensamiento humano, y esto seguramente incluye la ciencia.

Teilhard de Chardin hizo un intento de lograr una posible variante de religión en una era de ciencia. La suya no es una nueva religión, es más una teología de la naturaleza que una teología natural. Teilhard de Chardin fue un cristiano y un científico. Él nunca trató de inventar pruebas científicas para probar sus creencias religiosas.  Creer lo contrario es estar completamente equivocado. Aunque en su visión el desarrollo evolutivo tiene un significado religioso. El sintió que el universo no es un Estado sino un Proceso y que el cosmos se ha convertido en una cosmogénesis Todas las crisis intelectuales a través de las cuales ha transitado la civilización en lo último cuatro siglos surgen de etapas sucesivas, donde un Weltanschauung ha sido y está siendo transformado, en nuestras mentes y en nuestros corazones en un Weltanschauung de movimiento ¿Pero qué tiene esto que ver con la base biológica de la ética y los valores? De acuerdo con Teilhard de Chardin, el ser humano que no ve nada al  final del mundo, nada más importante que el mismo, encontrará la vida diaria llena sólo de insignificancia y aburrimiento. Él hace un llamado a la especie humana en su totalidad, a la humanidad colectiva, para que lleven a cabo el acto definitivo por medio del cual la fuerza total de la evolución terrestre sea liberada y florezca. Un acto en el cual la plena conciencia de cada ser humano individualmente se sustentará en el de cada uno de los otros actos de los otros seres humanos, y no sólo de los vivos sino también de aquellos que han fallecido. 


[1] El Dr. Dobzhansky, genetista internacionalmente conocido, nació y se educó en Rusia, donde fue colega de Philipchenko antes de inmigrar a los Estados Unidos en 1927.  Entre sus publicaciones más profesionales, The Meaning of Evolution y Mankind Evolving tratan el aspecto espiritual del Hombre así como su naturaleza biológica. Entre otros honores recibió la Elliott Medal de la National Academy of Sciences; la National Medal of Science del Presidente de los Estados Unidos; y dieciocho grados honorarios de doctor en ciencias de universidades de todo el mundo. Cuando intervino en este Simposio era profesor de Genética de la Universidad Rockefeller, y presidente de la American Teilhard de Chardin Association. Es considerado como uno de los principales proponentes de la genética de poblaciones y del actual Síntesis moderna de la evolución (Neodarwinismo)