Se ha cumplido 60 años de su muerte

Posiblemente algunos antiguos alumnos de Portaceli (que ya peinen canas) leyeron en su juventud algún libro de Teilhard de Chardin. Los más jóvenes no lo conocen. Pero conviene recuperar su memoria porque muchas de sus ideas pertenecen al patrimonio humano.

El día 10 de abril de 201S se han cumplido 60 años de la muerte de Pierre Teilhard de Chardin en Nueva York. Ese día era Domingo de Resurrección. Teilhard, geólogo, paleontólogo, pensador, teólogo, y místico, fue (y sigue siendo) uno de los hombres más discutidos del siglo XX. Fue un hombre de Ciencia y un hombre de fe. Desde la ciencia, desde la geología, la paleontología, la paleoantropología, descubrió nuevas dimensiones de la fe. Y desde la fe, iluminó muchas de las fronteras de la Ciencia.

Sus libros, publicados después de su muerte, fueron leídos ávidamente por una generación de jóvenes universitarios de entonces que encontraron en sus páginas el aire fresco de un cristianismo abierto y humano, El fenómeno humano, El Medio Divino, El Himno del Universo, La visión del Pasado, El Grupo Zoológico humano y otros forman parte de las lecturas de muchos hombres y mujeres de la generación de los sesenta. Leímos sus libros con el fervor del que bebe un licor prohibido. Pero después del Concilio Vaticano II parece ser que Teilhard se eclipsó hasta casi desaparecer.

Algunos pensamos que muchas de sus propuestas siguen vivas.  Aunque vivió en un mundo muy diferente al nuestro, muchas de sus propuestas siguen vivas. La Asociación de Amigos de Teilhard de Chardin, creada en España en 2013, pretende mostrar que ha habido un eclipse pero que Teilhard tiene todavía un legado para el siglo XXI.

En primer lugar, Teilhard, hombre de ciencia, trabajó toda su vida para hacer compatible el conocimiento del mundo y la experiencia religiosa. En una sociedad en la que parecía que el conflicto entre ciencia y religión no tenía ninguna solución, construyó puentes a través de los cuales era posible transitar desde las ciencias y la filosofía hacia la orilla de las religiones. Creó espacios comunes de encuentro en los que gentes de mentalidades aparentemente opuestas pudieran dialogar, comprender la postura del otro y entenderse respetando las ideas del otro.

En segundo lugar, Teilhard no solo era un hombre dialogante. También intentó elaborar una síntesis filosófica, teológica y científica en la que, respetando la autonomía de cada uno de los tipos de conocimiento, se pudieran poner las bases de una nueva sociedad basada en la comprensión, la tolerancia y la paz. Teilhard era un optimista nato y por ello tuvo contactos permanentes con la UNESCO y otras instituciones para la paz y la nueva cultura.

En tercer lugar, Teilhard fue un visionario. No un visionario estrafalario y catastrofista, sino un visionario que anticipó la sociedad del siglo XXI. Sus conceptos de noosfera, suprahumanidad y amorización apuntan a una nueva sociedad en la que las mentes están interconectadas y el conocimiento no es monopolio de unos cuantos sino que es un patrimonio de todos los humanos. Intuyó que existiría una red mundial interconectada (noosfera) que propiciada un paso cualitativo en la sociedad (suprahumanidad) y cuyas relaciones no sería el interés económico sino el deseo de construir juntos un mundo en paz movido por la energía del amor (amorización).

Tal vez el recuerdo de los 60 años de su muerte pueda ayudar a recuperar un patrimonio humanizador solidario que con frecuencia está ausente de la sociedad de los mercados.

Leandro Sequeiros

 Leandro Sequeiros es Vicepresidente de la Asociación de Amigos de Teilhard de Chardin (sección española) http://metanexus.bubok.es